Soy Juan 3:16
«Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16).
El pequeño vendedor de periódicos se acercó al policía y le preguntó: «Señor, isabe dónde hay un lugar en el que yo pueda pasar la noche?». Cariñosamente, el agente le dijo: «Sigue esta calle hasta que llegues al lago. Dobla a la derecha y verás una casa pintada de blanco. Toca la puerta y cuando te abran solo di: “Soy Juan 3: 16"».
El niño comenzó su recorrido mientras repetía una y otra vez: «Soy Juan 3: 16, soy Juan 3: 16...». Cuando llegó a la casa, tocó la puerta, y le dijo a la señora que salió a recibirlo: «Soy Juan 3: 16». La dama le extendió una efusiva bienvenida y de inmediato lo llevó junto a la chimenea para que se calentara, «No sé qué es Juan 3: 16 —pensaba el chico—, pero sé que puede hacer que un niño sin techo sea recibido en un hogar». Luego la señora le ofreció un vaso de leche tibia y lo invitó a comer en una mesa repleta de alimentos, «No sé qué es Juan 3: 16—se repitió—pero sé que puede hacer que un chico hambriento sacie su hambre».
Cuando terminó de comer, la señora lo llevó a una tina de agua caliente, con burbujas, «No sé qué es Juan 3: 16, pero sé que me ha permitido darme un delicioso baño», pensó el muchacho. Cuando salió del baño, el niño fue llevado a una cómoda habitación para que descansara. «No sé qué es Juan 3: 16, pero sé que puede hacer que un niño cansado pueda descansar».
En la eternidad quizá podamos llegar a comprender por lo menos un poquito del gran amor de Dios por nosotros. Entretanto, más que comprenderlo, no consideras que sería genial que el mundo acepte el mensaje de Juan 3: 16 al contemplar el amor de Dios reflejado en nuestra vida! Así lo hizo esta señora, así hemos de hacerlo nosotros, así puedes hacerlo hoy.
#Soyjuan3:16